Ligia Gutiérrez de Varela;
Felices son los que tienen corazón de pobre.;
Felices los que actúan con misericordia ante las ofensas;
recibidas.;
Felices los que tengan un corazón puro y limpio.;
Felices los que se dedican a construir la paz.;
Tal vez ustedes han oído hablar del Dr. Emilio Gutiérrez G.,;
quien;
falleciera en Ocotal, el día 5 de abril de 1999. Se ha dicho de;
él;
muchas cosas hermosas, orador, historiador, maestro, en fin todo;
lo;
hermoso que se pueda decir de una persona.;
Pero yo quiero dedicarle estas líneas a mi tío Emilio, a quien;
quise mucho y respeté siempre, porque me enseńaron mis padres,;
porque es a los padres los que nos toca inculcarle a los hijos;
el;
amor y el respeto a la familia.;
Pero yo quiero enfocar más al hombre, a ese hombre que ha sido;
creado a imagen y semejanza de Dios, a ese hombre con cualidades;
y;
defectos, a ese hombre que muchas veces tuvo que equivocarse,;
porque los únicos que no se equivocan son los que no hacen nada.;
A ese caballero gentil, como le llamaba la Teresita Ruiz.;
A ese hombre humilde, porque sabía que la marca del sabio y del;
santo es la humildad.;
A ese hombre de oración silenciosa, porque sabía que la oración;
era;
el momento de tomar conciencia viva, de que Dios existe y nos;
ama.;
A ese hombre amigo, que sabía que la amistad viene de Dios, y que;
sabía que prestar favores no era lo más difícil de la amistad,;
si;
no que lo más difícil era no traicionar ni abandonar al amigo.;
A ese hombre inteligente, que sabía que para elevar el mundo,;
tenía;
que comenzar elevándose él mismo.;
A ese hombre que quería permanecer vivo, aún después de su muerte;
y por eso amó, amó a los suyos y los amó como eran, pues sabía;
que;
ellos terminarían siendo lo que deberían ser.;
A ese hombre que sabía que los hombres también lloran, porque;
cuando se llora se tienen los ojos más claros para ver las;
estrellas.;
A ese hombre que creía que cuando se plantaban rosales se;
cosechaban siempre rosas y yo le agregaría, que creía también que;
aún entre escombros puede ocultarse una joya perdida y que entre;
ruinas, siempre puede nacer una flor.;
A ese hombre que le gustaba construir puentes en lugar de muros,;
porque los puentes llegan al corazón de los demás y traen la paz;
y;
los muros rompen la armonía.;
A ese hombre que creía siempre en la fuerza de la verdad y que;
luchaba por la justicia, cuando creía que los pequeńos eran;
pisoteados.;
A ese hombre que trató a los pobres y a los menos provistos de;
cultura con más respeto y más carińo.;
A ese hombre cirineo, que ayudó al prójimo a cargar la cruz.;
A ese hombre alegría, que por donde pasan siembran bondad y amor.;
A ese hombre caliz de redención que llevan a Cristo y su;
evangelio;
en el gesto humilde, de quien está al servicio y reconocen ser;
un;
instrumento, nada más.;
A ese hombre que sabía que la Gloria de Dios, era un hombre;
completamente vivo.;
A ese hombre que sabía que estábamos hechos para vivir en paz;
consigo mismo y colmado de un profundo gozo.;
De ese hombre, es que yo quiero hablarles hoy, de ese hombre con;
esos valores inmensos, que los que hoy lloramos su partida,;
tenemos;
obligación de imitarlo.;
Ese era para mi tío Emilio Gutiérrez Gutiérrez, hombre bueno,;
hombre humilde, pero antes que todo hombre de Fe.;