En memoria de Alvaro Urtecho
Erecto dátil derrama gajos
desde el tronco. Su madera
consagran al amor.
En ciudad México comí pijibayes.
Seis frutos –enlatados Del Monte- compartimos
lejos de nuestros pueblos y costumbres.
Fray Adrián de Santo Tomás (1637) describe
fiestas paganas celebrando bondades.
Bailan cuando recogen pijibayes,
danzan alegremente la llegada del fruto.
Lo nombran bajía, sitio celestial de hombres
y animales donde encontraron habla terrena.
Lenguaje de cayapas, guacamayas y loros
bulliciosos cuando descienden al pie de la pirámide.
Escardo signos trashumantes
en lugares de incansables lluvias: pijibay,
pijibaye, chontaduro, jijirre, pijuayo, supa,
tenga, paima, pichiguao, pijivaos, gasipaes, pijiguao.
Lengua vivípara chascando tardes y amaneceres.
Rodrigo de Contreras en Nicaragua (1540),
vio a los indios comer palmitos de pijibay.
Era diciembre repleto de cadáveres.
Siglos no han pasado a pesar de los siglos.
Los nombres de los dioses son los mismos,
los nombres de la muerte no han cambiado.
Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.
Jorgev@unach.mx