Para el poeta no habrá descanso
“Sabrás que para ti
no habrá descanso”
José Saramago
I
Para el poeta no habrá descanso; no fortuna sin arriesgar el cielo; no tendrá embustes de fantasma, ni frívola gloria por la simpleza descriptiva de una cadera:
II
Para el poeta no habrá descanso; todo está en el preludio de la sangre, si observa, toca un corazón y lo conjura.
III
El poeta se zambulle en la visión y no en la circunstancia, hiere el labio y lo besa inconfeso; anuncia su deseo que palpa con los ojos.
IV
Por eso la mujer descubre el acertijo después de leer un poema, el infierno de candil lo vive; tiembla su espíritu, con que oye voces que saltan en los resquicios del deseo, o lo anuncia: no borra la marca del juglar que la posee, y con candidez se excita por oficio.
Mesa con poetas
I
De todo se habla o desoye cuando dialogan poetas: se atisba la insaciable posibilidad del universo.
II
Una mesa con poetas, una mesa con fragores; casonas que expulsan fantasmas y afrodisíacos horrores, calendarios sin alarma, clerecía de la calle o pasadizos que pregonan tropeles: derriban los últimos escombros, levantan ciudades; se pulsa el oído para conocer el mundo, que se oyó o desoímos.
III
Los poetas de la retórica nocturna, espina o remanso para el prototipo psíquico, iluminación o cúspide en la espuma. Poetas con infierno sin bañadera ni grifos, o pajarito cantor del socavón urbano.
IV
Los poetas no siempre ponen las cartas sobre la mesa; se conduelen de su propia nostalgia, y en oficios derrotan cada intento por perturbar la palabra.