Hiroshima, el breve lapso de la razón
Opinión
Inicios de agosto 1945. En un breve lapso de la razón, el hongo atómico se erigió sobre Hiroshima y Nagasaki. La faz del mundo quedaría marcada para siempre con la espantosa cicatriz del exterminio nuclear. Genocidios instantáneos sellaban el epílogo siniestro de la II Guerra Mundial. Desde entonces la espada nuclear empuñada por Harry Truman, quedaría igual que la de Damocles, suspendida para siempre de un delgado hilo sobre el destino del mundo. Si el caos es un orden desconocido, me temo que nunca averiguaremos con certeza, como funciona el atómico. A 65 años de la inmolación de las ciudades ...