¡Una muerte que duele!
Opinión
La forma inesperada y dramática en que sucumbió Jairo Osorno, mi estudiante de comunicación en la Universidad Centroamericana (UCA), enlutece al periodismo nacional. Una muerte que duele. Murió demasiado joven, apenas al despertar de una pasión que le envolvía, con la misma atracción y fidelidad que guardó siempre a su mujer, la estudiante Julieta Arróliga. El suyo fue uno de esos amores tempranos que nacen, crecen y se consuman en las aulas universitarias. Se conocieron en los pasillos de estudios y flechados por los turbulentos correntones del amor, comenzaron un idilio que fructificó y luego se tradujo en la venida ...