A propósito de la novela “Rostros ocultos”
Opinión
Quiero confesarles algo, para que no se creen expectativas por encima de lo que pretendo, no soy ningún escritor ni novelista, a lo sumo he sido, en esta obra, un editor. Tal vez menos, algo así como lo fue aquel interesante personaje inventado por José Saramago en “La Historia del cerco de Lisboa”, uno dedicado al oficio de corrector de textos, que, en un acto de rebeldía o de retar las cosas tal y como se dicen que fueron, decide cambiar la historia que se cuenta solo sustituyendo la palabra Sí, del escrito original, por la palabra No en el ...